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LA LUNA , SU MEDICINA

  • Cris Mv
  • 5 mar 2015
  • 2 Min. de lectura

Le gustaba hablar del invierno, era una manera de enfriar ideas que habían ido aflorando a su mente desde lugares cálidos e inhóspitos, en madrugadas de infarto… decía que prefería abrigarse con lanas superficiales antes de ser protegida por pieles reales, como quien se cobija debajo de una sabana gruesa y ruda una noche de miedo… sus miedos empezaban por erre, por eme, por ese, por ele y por cada una de las vocales que conformaban su personal vocabulario.

Había cambiado desde que notó que en verano su piel se estremecía, no porque sintiera frío, si no porque los recuerdos planeaban su mente, como imanes a un clavo que termina por elevarlo, cada poro crecía entre uno y dos centímetros y su vello adquiría la altitud exacta que medía la distancia entre lo real y lo ficticio…no había manera de disimular su debilidad, y eso le producía una angustia interminable,decidió preferir el invierno, porque las ropas aplastaban sus emociones y solo consentía conmocionarse a través de su mirada.

Cuando la observabas deambulando por la calle, era imposible no girarte para contemplarla, solo dejaba entrever sus ojos, porque eran los únicos que no podían delatar su ausencia, la única porción que todavía se apreciaba virgen antes sus desflores continuos.

La parte mas protegida era su boca, aquella que por momentos se había ido derritiendo con salivas generadas y con nombres escondidos, a través de palabras regaladas que ya no tenia forma humana de recuperar…

Por eso hablaba continuamente del frío, porque era una manera de esconder su cuerpo... solo se desnudaba en su habitación, con la única compañía de su olor,lentamente, con la luz apagada y la ventana abierta de par en par, de noche, frente a la luna, porque en una ocasión le dijeron que la luz de ese astro la podía curar, así, cada 29 días, de madrugada, en fase de luna llena, se lanzaba a la calle con una simple camiseta que la vestía, a escondidas, como una estrella, para bailar debajo de ella, dejándose embriagar por el resplandor inocuo de su medicina.

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