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A MI AMIG@

  • Cris Mv
  • 13 abr 2015
  • 3 Min. de lectura

Hoy es uno de esos días en los que me apetece hablar de ti y aunque no lo diga, nunca olvido que estas,…como el guardián de la puerta de una vieja casa que protege, convertida en museo, las reliquias que brillan por dentro, porque comparas el brillo conmigo (aunque algunos no paguen ni un céntimo) porque siempre hablas de que mi corazón es bueno (aunque sea un punto de vista subjetivo) y se que serias capaz de levantar un cerco de cristales antibalas, oscuros y pulsadores con alarma, para que no me lo rompieran y aun fracturándolo, le das la vuelta a esta tortilla de un solo huevo y defines el quebranto con un “nena… cuánto sentimiento”, para ver si yo recojo el testigo y sonrío, me evado y empiezo de nuevo…

A ti, porque rehúyes tus tiempos para hablarme o contagiarme tu risa, una de esas tantas noches en las que me viene el miedo desprovisto de deseos y entonces, me regalas los tuyos o me creas otros nuevos, que sabes que son imposibles, pero colocas la palabra “quizá” al inicio, haciéndola protagonista del cuento.

Tu, que me alientas a salir a respirar aire fresco y cuando me ves en el suelo desmayada de tanto oxigeno inspirado y retenido, me despiertas con un abrazo y una sola frase, que me reconforta, como una de esas camas con calefactores incorporados para rotos y dolores musculares, aunque no los cubran por la distancia hacia el pecho…

De ti, que sabes transformar mis lágrimas colocando vasos debajo de mi barbilla para bebérmelas, cuando con tus tonterías conviertes el vaso vacío en medio lleno y me animas a sorberlo como elixir de cura, aunque solo sea placebo y no sirva para nada, pero al menos no se estrella contra el suelo.

Que eres capaz de llamarme bonita, aun cuando mis ojos aparecen hinchados, mi cabello despeinado o baile en zapatillas con un vestido nuevo… y me lanzas tu mano, artificialmente abierta, cuando las mías están desolladas, al descender la montaña, antes escalada sin arnés, rompiendo uñas, quemándome los dedos, que enfrías con hielo de la nevera que son tus besos o solidificando cualquier liquido mundano que encuentras, de repente, en un rincón de un armario que no abrías hace tiempo.

Esa persona que siempre ve el lado positivo de mis cosas y sería capaz de encender mil y una bombilla para que amaneciera antes, porque esta noche te he dicho, que dudo, que el sol nazca de nuevo.

De quien observo los labios, cuando la música suena estridente en el cielo, conozco esa mueca y se que si los doblas hacia la derecha es que ha llegado el momento de escucharte a ti, sin límites, sin cronómetros, sin prisas, con tormentas de aliento que me llevan a asimilar tus tropiezos y a descubrir que es hora de lanzarte flechas de rescate disfrazadas de tallos que terminan en margaritas, con pétalos pares para que el resultado siempre sea un “sí quiero”.

Que los 14 de febrero apareces casualmente, ya sea Lunes ó Sábado, acá, allá, desmitificando la fecha y me regalas libros, porque sabes que no me gustan las flores y en el papel escribes “porque los amigos también se andan queriendo”.

De ti, que siempre utilizas la frase mágica “lo bueno está por llegar”, aunque pienses para dentro, qué poca suerte tengo y eres capaz de venderme azares en sobres de azucarillo moreno, porque el blanco dices que tiene demasiada luz y con la nuestra ya andamos deslumbrando a diestro y siniestro.

Que compartimos tardes desternillantes de risa, tarareando “resistiré” que nos taladran nuevos surcos a un extremo de los ojos, que son líneas de expresión, me repites y no arrugas, que dan un toque peculiar a nuestro encanto.

Que nunca me abandonas y que repites para limpiarme pasados, que no me preocupe y me quede tranquila, porque siempre “te vendrás conmigo a comprar tabaco”.

“Usted no sabe como yo valoro su sencillo coraje de quererme”, aunque Benedetti le hablara en ese verso a un amor repentino y nuevo… yo te lo regalo a ti, mi amig@, hoy, porque eres refugio en mi vida recorrida unas veces allí arriba y otras… en algo muy parecido al infierno, en el que no me importa estar e incluso he aprendido a bailar de puntillas, aunque me achicharre los dedos, porque se que al girarme estarás bailando a mi lado y nos reiremos del humo que empiece a salirnos por dentro…

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